miércoles, 10 de diciembre de 2014

De la catástrofe a la prosperidad, propuesta de los trabajadores venezolanos


De la catástrofe hacia la prosperidad
Frente a la crisis, los trabajadores proponemos
una revolución industrial por el trabajo productivo

La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), alarmada por la difícil circunstancia que vive nuestro país, se dirige a los trabajadores venezolanos, a sus organizaciones sindicales y gremiales, a los ciudadanos y sus diversas organizaciones sociales, a las universidades y las academias, a los demócratas y patriotas sin discriminación del bando político que apoyen, a las organizaciones partidistas de distinta índole, para presentarles nuestra visión de la actual situación y hacer una propuesta programática y de lucha que sometemos a la consideración de los venezolanos amantes de la democracia y la libertad.
Con este aporte deseamos contribuir con el debate que se libra en todos los rincones de Venezuela por hallar una salida constitucional, pacífica y democrática a la crisis actual.

INTRODUCCIÓN
Venezuela se encuentra en una encrucijada histórica: continuar por el camino del desastre o cambiar las cosas en beneficio del país y de los trabajadores. Los cambios en el rumbo económico y social introducidos en las últimas décadas —y arreciados en los últimos 15 años— nos han conducido al deterioro creciente de las condiciones de vida y de trabajo, y han destruido buena parte de las capacidades productivas propias, convirtiendo a nuestro país en un importador neto de la gran mayoría de bienes de consumo para suplir las necesidades de nuestra población y de medios de producción que requerimos para la menguada industria nativa.
Nuestra economía vive la más profunda y generalizada crisis de los últimos cien años. Pese a que en la última década el Fisco ha contado con extraordinarios ingresos por los altos precios del petróleo y exacciones tributarias, tanto la producción industrial y manufacturera como la producción agrícola han caído abruptamente. En este largo período, en vez de sustituir el producto importado, la producción nacional feneció ante la enorme cantidad y diversidad de importaciones.
Venezuela parece marchar inexorablemente hacia una gran catástrofe. La caída en el precio del crudo anuncia un derrumbe de los ingresos nacionales. El precio del barril de nuestro petróleo se acerca a 60 dólares, lo que hará que el presupuesto para 2015 ni por asomo sea equilibrado, siendo el déficit para 2014 superior a 20% del producto interno bruto —esto es, alrededor de 40 mil millones de dólares, toda vez que el PIB nominal ronda los 400 mil millones de dólares—, y para 2015 se calcula que será aún superior a este porcentaje y monto. La inflación cerrará este año en más de 70%, colocándose por encima de 100% la de muchos productos de primera necesidad —como legumbres y hortalizas, papa, cebolla, zanahoria, tomate, entre otros—. En el próximo ejercicio fiscal el impacto inflacionario superará con creces 100%. La inflación viene convirtiendo el salario de los trabajadores en polvo, lo que impide cubrir los gastos más elementales de la familia, sobre todo de alimentación. Si sumamos esta tendencia alcista a la caída del producto interno —que puede promediar 5% para 2015—, vemos cómo se afianza una economía donde se une la inflación con la recesión, esto es, una economía que padece de estanflación. Con todo y los ajustes salariales del gobierno, aumentos del salario mínimo mediante, la caída del salario real de los trabajadores es superior a 40% en 2014, tomando en cuenta que buena parte del ingreso es destinado al consumo de alimentos y bebidas.
El déficit fiscal —lo que es lo mismo, el desequilibrio entre los ingresos y los gastos del sector público— en 2015 estará muy por encima del mostrado este año y en medio de una recesión, esto es, una caída del PIB por la política económica del Ejecutivo. Ello llevará indefectiblemente al gobierno a emitir papel moneda sin respaldo, de donde provendrá el mayor aumento de la inflación. Esta circunstancia —al ser atendida con políticas como las que se desprenden de las leyes aprobadas vía habilitante conducirá a mayor inflación, a una profundización de la recesión y al aumento del desempleo. No menciona el gobierno medida alguna que permita salir del drama en que nos han metido por una política económica de destrucción de la producción nacional. Apenas hace anuncios que terminan siendo falsa propaganda a su favor, cuando en realidad se pinta un cuadro que resume una calamidad para las familias de los trabajadores. Y para colmo ofrece a inversionistas extranjeros verdaderas maquilas llamadas Zonas Económicas Especiales, territorios sin ley del trabajo, sin sindicatos, sin impuestos, sin controles cambiarios y sin restricciones ambientalistas.
Por su parte, las reservas internacionales reciben el impacto de la caída del precio del crudo, que se suma a la baja del precio del oro. Respecto a lo primero, la caída del precio del petróleo va a significar que no tendremos la misma cantidad de dólares para seguir importando el volumen de bienes que satisfacen buena parte de la demanda de los venezolanos, cubierta de esa manera mientras se afianzaba la destrucción del aparato productivo. Por su parte, la caída del precio del oro conduce a una merma de las reservas internacionales. En los últimos tres años se observa un derrumbe en la cotización de este rubro de más de 30%. Por lo que la parte en oro de nuestras reservas —calculada hoy en 70% del total— se ha visto disminuida, lo que se traduce en un debilitamiento del bolívar frente a las divisas y pérdida de capacidad de pago del producto importado, mientras aumentan las tasas de interés de lo que debe la República. Las reservas han permanecido por debajo de 20 mil millones de dólares, menos de las existentes hace 10 años.
A su vez, la deuda pública consolidada se ubica muy por encima de 50% del PIB, de acuerdo con distintas entidades nacionales e internacionales. Por ello, para 2015 se compromete alrededor de 30% del presupuesto de gastos para el pago del servicio de la deuda. Dada la política económica y social del gobierno, es de esperarse una disminución sustancial del presupuesto en educación y salud. En el caso del sector salud, la reducción se eleva a 46%, según el exministro de Sanidad J.F. Oletta. Las universidades solo recibieron cerca de 33% del presupuesto exigido por las autoridades rectorales para garantizar su normal funcionamiento. Los más de dos millones de funcionarios públicos ven con desesperación cómo los exiguos logros del contrato-marco no significarán ningún beneficio real para afrontar las dificultades que se avizoran para 2015.
Podemos concluir que los trabajadores y los sectores populares viviremos una gran penuria de no disponernos a asumir otro derrotero, si no se lucha por un cambio de fondo en el rumbo económico y político. En ello la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) comprometerá sus mejores esfuerzos.

LA TRANSFORMACIÓN PRODUCTIVA
El rentismo ha hecho posible el financiamiento de un sistema económico ineficiente e incapaz de suministrar beneficios a los ciudadanos. Al realizarse mediante una política económica erosiva del aparato productivo, era lógico que nos condujera al desastre anunciado. Esta es una política agotada. Hay que cambiarla de raíz ya que se requiere de una transformación productiva si queremos tomar otro rumbo y superar esta crisis.
La búsqueda de crecimiento económico sostenible se basa en la diversificación de la producción y en un cambio en la concentración de la producción y del empleo. Lograr esa transformación requiere de mejoras en la producción y en la productividad laboral.
Una mayor diversificación es deseable porque hace que la economía crezca más rápido y nos enrumbe hacia la independencia y el desarrollo. De hecho, las ganancias en la producción y en la productividad refuerzan el proceso de diversificación, generándose un círculo virtuoso entre esos factores.
Los países que dependen de recursos naturales muestran usualmente una alta concentración en pocas áreas de la economía, lo cual afecta las posibilidades de crecimiento económico sostenible y los potenciales avances en producción y productividad. La monoproducción condenados por el respeto a una división internacional del trabajoes el resultado perverso de esta orientación.

EL AMBIENTE ECONÓMICO DE VENEZUELA
La economía de nuestro país ha perdido fortaleza de manera progresiva y últimamente de forma abrupta. Este hecho ha sido ocasionado por la instrumentación de una estrategia que no ha priorizado la inversión sino un creciente consumo público y privado para garantizar la realización del producto importado.
La renta petrolera ha hecho posible el financiamiento de una combinación expansiva de política fiscal y monetaria que ha estimulado la demanda ante una capacidad limitada de la oferta interna para reaccionar debido a diversas restricciones institucionales. La inflación se ha acelerado y las importaciones crecieron significativamente para satisfacer la demanda interna. Los problemas de abastecimiento ya toman ribetes muy dramáticos pues tocan elementos esenciales para la alimentación y la salud de la población.
La demanda de bienes y servicios está siendo empujada por un gasto fiscal creciente del Gobierno central y especialmente de Pdvsa. Por su parte, la oferta de bienes y servicios está afectada por una política cambiaria restringida que impide el financiamiento de las importaciones de insumos indispensables para la producción local. Al mismo tiempo la oferta está siendo condicionada por la política de controles de precios y los inconvenientes en el suministro de servicios públicos, especialmente electricidad y gas.
Estos cambios estructurales están constriñendo las posibilidades de generación de crecimiento económico y causando una importante destrucción de empleos productivos, llevando a la sociedad a una profunda pérdida de bienestar, aumentando el caos y la carestía en bienes esenciales para la vida cotidiana. Entretanto, contribuimos a la ampliación del mercado de países de alto desarrollo, principalmente Estados Unidos y China.

EL FUTURO
Venezuela requiere un cambio fundamental en su rumbo económico, en el papel de la política económica, en la relación del sector público con el sector privado, en la participación del sector privado y en el papel que deben jugar los trabajadores y sus organizaciones. Requiere, a su vez, de un cambio radical de la relación con el sector externo, del papel del país en la división internacional del trabajo.
La visión económica de Venezuela debe estar orientada esencialmente a la mejoría en el bienestar de la sociedad. La instrumentación de la política económica debe ser el mecanismo para alcanzar el deseado bienestar social, lo cual requiere la liberación de las fuerzas productivas. En esa búsqueda se hace impostergable la necesidad de un nuevo contrato social incluyente y estructurado que haga viable la convivencia entre el sector público con el sector privado.
Los trabajadores, en este contexto, tenemos una especial relevancia en la construcción de consensos con sentido de inclusión social para garantizar el éxito de la visión económica en el largo y mediano plazo. El crecimiento y desarrollo económico de Venezuela requiere de un proceso de reformas estructurales que garanticen la estabilidad económica.
La sostenibilidad del crecimiento económico y del bienestar de la sociedad depende de la inversión y el trabajo como factores esenciales de la producción. La inversión está determinada por la dinámica de la formación de capital fijo y el papel del trabajo que le corresponde al grupo económicamente activo de la población. En esta circunstancia, el crecimiento económico con baja inflación implica directamente mejoría en el bienestar social. A su vez, el crecimiento, el desarrollo y la diversificación garantizan el equilibrio fiscal y por ende el combate a la inflación mediante el incremento de la recaudación vía impuesto sobre la renta y no de la presión tributaria.
De manera que el bienestar de la sociedad depende, en forma determinante, de la mejoría en la producción y en la productividad, sean provenientes de la tecnología incorporada en el capital físico como en el capital humano logrado a través de la educación.
En este ambiente, los beneficios alcanzados mediante negociaciones salariales pueden representar mejorías en bienestar para los trabajadores si ocurren en el marco de una elevada producción y una creciente productividad. En el caso contrario, las negociaciones puramente salariales llevarán únicamente beneficios efímeros a los trabajadores y, consecuentemente, efectos transitorios y muchas veces ilusorios sobre su bienestar.
De esta forma, las políticas laborales deben basarse en programas nacionales de mejoramiento continuo de las capacidades productivas. Ello implica que el nuevo consenso social requiere de forma explícita que las reivindicaciones al trabajo se encuentren directamente vinculadas a la dinámica de la elevación de nuestra producción nacional.


UN PROGRAMA PARA LA RECONSTRUCCIÓN
Los trabajadores levantamos una alternativa que garantiza la superación del actual estado de cosas, que apunta hacia la PROSPERIDAD. Antes que nada, se requiere una amplia y sólida UNIDAD NACIONAL para reconstruir el país sobre la base del desarrollo nacional. Unidad que se construye resumiendo los intereses de los distintos sectores que desean el rescate del país, el desarrollo y el bienestar. Una garantía de que al conquistar el desarrollo y la independencia practicamos una verdadera democracia sustentada en la más amplia participación ciudadana y en el respeto a las libertades democráticas.
1.  El primer y principal objetivo es impulsar el desarrollo nacional sobre la base de una REVOLUCIÓN INDUSTRIAL que enrumbe el país hacia la producción de lo que necesita su gente. Contamos con riquezas que bien pueden garantizar la base de esta meta. Además de petróleo, bauxita y otros minerales, como coltan y vanadio, contamos con recursos agrarios e hídricos que sirven en conjunto para sustentar el desarrollo acelerado de la economía nacional.
2.  El petróleo debe convertirse en PALANCA PARA EL DESARROLLO. La renta debe ser aprovechada en función de la inversión productiva, el desarrollo nacional y, por ende, debe apuntar hacia la creación de puestos de trabajo de calidad, de trabajo decente. La industria petrolera debe dar un vuelco. El aumento de la producción del crudo debe ir acompañado de la diversificación de la industria petrolera.
3.  Una meta fundamental para lograr los objetivos anteriores es alcanzar la SOBERANÍA AGROALIMENTARIA. Parte de la inversión productiva debe ser destinada al agro, aprovechando las posibilidades que brinda la riqueza de nuestros suelos con las bondades de nuestro clima que garantizan un auge inusitado de la producción agrícola y pecuaria. Inversión, asistencia técnica y mercado seguro son la base para alcanzar esta meta.
4.  La demanda de la población venezolana debe ser satisfecha con la producción nacional, asequible y de calidad. El MERCADO NACIONAL debe ser para la PRODUCCIÓN NACIONAL principalmente. La industrialización del país y la soberanía agroalimentaria conducen a un mayor bienestar. Su base está en el empleo productivo. En consecuencia un salario decente que garantice más bienestar sirve para un sólido mercado para la producción nacional.
5.  La EDUCACIÓN es elemento importante en la transformación productiva. Ello hace posible la incorporación de la tecnología en los procesos productivos y, al mismo tiempo, crea las condiciones necesarias para la innovación. La política educativa debe estar orientada al mejoramiento de la educación formal y al apoyo a la educación técnica.
6.  Una NUEVA DEMOCRACIA basada en la participación ciudadana en la toma de decisiones. Además, el rescate de principios y valores de la democracia, como la alternabilidad y la división de poderes, junto al respeto e impulso de las más amplias libertades democráticas, garantizan la construcción de una nueva manera de gobernar y de nuevas relaciones entre el gobierno y la ciudadanía y sus organizaciones autónomas.
7.  Una NUEVA ÉTICA CIUDADANA cristalizada principalmente en la función pública y la actuación política basada en el interés del país, los trabajadores y el ciudadano, por encima de cualquier interés particular. Esta nueva ética se convierte en una palanca de la participación en la reconstrucción del país productivo que las grandes mayorías reclaman.

NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA
La realización de esta propuesta supone la puesta en práctica de una nueva política económica que propicie en primer lugar la inversión productiva por encima de cualquier otra demanda. “Sembrar el petróleo”, consigna nacional que tiene más de 80 años, traduce esta orientación. A su vez para que haya inversión productiva, debe rescatarse el principio de que la banca supone la intermediación del ahorro social hacia la inversión. Para ello la ganancia del sistema bancario debe realizarse en el crédito barato.
Garantizada la inversión, debe impulsarse una nueva política fiscal que se asiente principalmente en el impuesto a la ganancia y no en el tributo. El desarrollo y el crecimiento económico garantizan alta capacidad recaudadora a partir de la creación de riqueza transformadora. Al reducir el tributo, a su vez estamos propiciando la demanda ciudadana del producto nacional.
La estabilidad de los precios con base en esta orientación estará garantizada, ya que el equilibrio fiscal afincado en la recaudación de impuestos a un creciente sector productivo conduce a que la masa monetaria esté en correspondencia con la riqueza a ser transada. Inflación cero será la meta a alcanzar.
La política social de nuevo tipo debe acompañar estas orientaciones fundamentales para la realización del programa que presentamos los trabajadores al país. Una política social que garantice mejores condiciones de vida y de trabajo para la gente. Que se exprese en una política educativa al servicio del desarrollo: una educación de calidad que cree una fuerza de trabajo suficientemente calificada y capaz de asumir los retos del desarrollo, de un desarrollo diversificado que demanda importantes avances científicos y tecnológicos.
La salud ciudadana debe estar en correspondencia con las metas del desarrollo. Podemos alcanzar una mayor calidad de vida cuando la soberanía agroalimentaria, la calidad de los productos y su precio estén en correspondencia con la capacidad de demanda de los trabajadores y la ciudadanía. Podemos plantearnos como perspectiva una política de salud preventiva sin descuidar la atención de endemias y epidemias contingentes, dadas las nuevas condiciones de vida de los venezolanos.
Las demandas ciudadanas de vivienda y ambiente podrán ser satisfechas en virtud de que el incremento en la recaudación permitirá un ahorro social que debe ser dirigido a la construcción del hábitat de calidad. La política social y la participación de los venezolanos en su realización serán fuerza para el desarrollo nacional diversificado y fuente de estímulo al trabajo productivo y el desarrollo.

UNA PLATAFORMA UNITARIA
Los trabajadores venezolanos estamos impelidos a levantarnos contra la política destructiva implantada en los últimos años. Una PLATAFORMA DE LUCHAS que unifique a todos los trabajadores venezolanos debe ser preámbulo de los objetivos programáticos antes indicados. La consigna principal que debe guiarnos es QUE LA CRISIS NO LA PAGUE EL PUEBLO TRABAJADOR.
Nuestros innumerables esfuerzos para que el Ejecutivo Nacional respete la autonomía y la libertad sindical y abra verdaderos espacios para el encuentro, para el diálogo y para el consenso en torno a los principales determinantes del trabajo como hecho social, han devenido en infructuosa búsqueda, pues nos hemos topado con la intransigencia, arbitrariedad, sectarismo y prepotencia de gobernantes que levantan el populismo como discurso para ocultar su visión militarista y corporativista en las relaciones con las organizaciones sociales autónomas, y en particular con las organizaciones sindicales que tienen su compromiso fundamental con sus agremiados, con la defensa de la democracia y con los principios universales de defensa de los derechos laborales en tanto derechos humanos que son. Desde ese discurso populista han edificado un régimen de arbitrariedades que son ocultadas por decisiones leguleyas y con el apoyo de sectores oficialistas dentro del sindicalismo que han vendido su alma al diablo para apoyar los desafueros que se cometen desde el alto gobierno.
El rescate y la protección del PODER ADQUISITIVO DEL SALARIO y el respeto al valor de nuestros pasivos laborales tienen un lugar principal en el desarrollo de nuestras luchas, frente a la voracidad de una irrefrenable inflación.
El respeto a la CONTRATACIÓN COLECTIVA y a la LIBERTAD SINDICAL es elemento central para fortalecer las organizaciones sindicales en un rol que reivindique a la función sindical y la vincule con la búsqueda de una sociedad donde prive la solidaridad, el respeto, la igualdad y el progreso como principios de las relaciones humanas, y que a la par sea un freno a las acciones anárquicas y violentas en la resolución de los conflictos laborales.
La implantación de un SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL que esté afincado en el desarrollo del trabajo productivo nos dará mayor solidez y sostenibilidad a futuro, y disminuiremos los peligros y vulnerabilidades de los planes de asistencia social basados única y exclusivamente en la variable y voluble renta petrolera.
Es vital el impulso de amplios espacios para el DIÁLOGO SOCIAL, en el cual los trabajadores participemos permanentemente en la búsqueda y afianzamiento de acuerdos y consensos que posibiliten una acertada aplicación de las políticas de desarrollo nacional y de respeto a los derechos laborales.
¡Por un mundo mejor para los trabajadores!
Comité Ejecutivo
Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV)

Barquisimeto, 9 de diciembre de 2014