Cuando planteamos que solo con la presión popular se lograría el cambio en
el 2016 lo hicimos conscientes de que en la cúpula de la MUD predominaba el
colaboracionismo. Los acuerdos que los venezolanos conocimos ayer 13 de
noviembre de 2016, y que son producto de la segunda reunión plenaria de la mesa
de diálogo entre la cúpula de la MUD y la cúpula representante de las mafias
que gobiernan el país, evidencian que se busca un pacto de élites para que no
haya ningún cambio político de forma inmediata, como lo demanda más del 80% de
la población venezolana.
De esta forma, la cúpula de la MUD cohonesta
políticamente todo el discurso gubernamental sobre la "guerra
económica" cuando en unos de los puntos del acuerdo de marras se habla de "combatir toda forma de sabotaje y
boicot a la economía venezolana". Es decir, la crisis económica que
vive el país no es producto de la destrucción del aparato productivo que ha
ejecutado el chavismo durante 17 años debido a una política económica de
carácter antinacional, sino del sabotaje. Un sabotaje que, según el discurso de
la dictadura madurista, ha ejecutado justamente la cúpula de la MUD que firma
ese acuerdo. Asistimos entonces a la postración de la cúpula de la MUD ante la
dictadura.
Días antes de la segunda reunión de las cúpulas, escuchamos
al Secretario Ejecutivo de la MUD diciendo que "se acabó la tregua".
Pues esa supuesta "tregua" duró muy poco o no existió, ya que tras
bastidores, que es donde se está realizando el verdadero diálogo y la
negociación cupular, se acordó (lo vemos en los hechos) que no habría más
movilizaciones de verdadera presión convocadas por la MUD; que a cambio de ello
se liberarían a algunos presos políticos (aunque Carlos Ocariz prefirió
llamarlos detenidos para no molestar a la dictadura) y se repetirían las
elecciones en Amazonas (o sea, se acepta que hubo fraude, como lo ha dicho el
PSUV).
También se aceptó la acusación de que la MUD y la
población venezolana, que se oponen mayoritariamente a esta dictadura, son las
responsables de la crisis económica y la destrucción del aparato productivo. Se
aceptó un hipócrita llamado a la paz leído justamente por un fascista de marca
mayor como Jorge Rodríguez, el mismo que dirigió el asalto a la Asamblea
Nacional. Otra cosa que aceptó la cúpula de la MUD fue que la Asamblea Nacional
incurrió en desacato, tal y como lo decidió la oficina de asuntos jurídicos del
PSUV, el TSJ.
Distintos voceros de la cúpula de la MUD (nótese
que venimos hablando del G4, es decir, de la cúpula, no de la MUD como instancia
unitaria) ha dicho que la "estrategia" que han definido no niega las
acciones de calle como "complemento" del diálogo. Pues desde que la
cúpula de la MUD acudió al llamado de la dictadura a dialogar no se ha
convocado a ninguna manifestación popular, a pesar de que varios partidos
dentro y fuera de la MUD, asi como distintos sectores sociales, han manifestado
la necesidad de que se retome la agenda de calle para lograr lo principal: que
el cambio urgente sea en 2016 a través del referendo revocatorio. Solo hemos
visto al movimiento estudiantil convocando a movilizaciones de calle con 3
exigencias: libertad de presos políticos, salida electoral a la crisis y ayuda
humanitaria.
La actitud de la cúpula de la MUD se llama
postración. No hay otra forma de llamar a todo esto que acabamos de describir.
Una postración dialogante en la cual no se plantean perspectivas de cambio
político. Una postración dialogante en la cual se da un frenazo a la presión
popular.
Y muchos se preguntarán qué hacer. En primer lugar
construir una nueva dirección política, amplia, realmente unitaria e
incluyente. En segundo lugar, que dicha dirección política se dote de una
estrategia en la cual el principal mecanismo de lucha contra la dictadura sea
la presión popular en la calle, sostenida, sistemática, contundente, que logre
poner contra la pared a la dictadura para arrancarle lo que ha secuestrado: el
derecho al voto, el derecho a revocar en el 2016, establecido en la
Constitución. En tercer lugar, es necesario
articular las luchas sociales con la lucha por el cambio político.
Luchar por mejorar las condiciones de vida de la población es urgente. Hay que
arrancarle a la dictadura conquistas reivindicativas como: aumento salarial,
presupuesto justo para la educación y la salud, entre otras exigencias.
El único lenguaje que una dictadura entiende es el
de un pueblo movilizado, dirigido por un liderazgo que represente sus intereses
y los del país en su conjunto. La
historia de Venezuela y el mundo está llena de ejemplos donde el protagonismo
popular ha logrado derribar férreas dictaduras.
A diferencia de los voceros de la cúpula de la MUD y de la dictadura,
que desconfían de la capacidad del pueblo de salir de regímenes autoritarios y
dictatoriales, estamos convencidos de que solo con la presión popular se
logrará el cambio urgente que anhela y necesita nuestro país. En eso estamos
comprometidos.
René Cedillo
@ReneCedilloR