Frente a la
crisis, los trabajadores proponemos
una revolución industrial por el trabajo productivo
una revolución industrial por el trabajo productivo
La Confederación de Trabajadores de
Venezuela (CTV), alarmada por la difícil circunstancia que vive nuestro país,
se dirige a los trabajadores venezolanos, a sus organizaciones sindicales y
gremiales, a los ciudadanos y sus diversas organizaciones sociales, a las universidades
y las academias, a los demócratas y patriotas sin discriminación del bando
político que apoyen, a las organizaciones partidistas de distinta índole, para
presentarles nuestra visión de la actual situación y hacer una propuesta
programática y de lucha que sometemos a la consideración de los venezolanos
amantes de la democracia y la libertad.
Con este aporte deseamos contribuir
con el
debate que se libra en todos los rincones de Venezuela por hallar una salida
constitucional, pacífica y democrática a la crisis actual.
INTRODUCCIÓN
Venezuela se encuentra en una
encrucijada histórica: continuar
por el camino del desastre o cambiar las cosas en beneficio del país y de los
trabajadores. Los cambios en el rumbo económico y social introducidos
en las últimas décadas —y arreciados en los últimos 15 años— nos han conducido al deterioro creciente
de las condiciones de vida y de trabajo, y han destruido buena parte de las
capacidades productivas propias, convirtiendo a nuestro país en un importador
neto de la gran mayoría de bienes de consumo para suplir las necesidades de
nuestra población y de medios de producción que requerimos para la menguada
industria nativa.
Nuestra economía vive la más profunda y
generalizada crisis de los últimos cien años. Pese a que en la última década el
Fisco ha contado con extraordinarios ingresos por los altos precios del
petróleo y exacciones
tributarias, tanto la producción industrial y manufacturera como la producción
agrícola han caído abruptamente. En este largo período, en vez de sustituir el
producto importado, la producción nacional feneció ante la enorme cantidad y
diversidad de importaciones.
Venezuela parece marchar inexorablemente
hacia una gran catástrofe. La caída en el precio del crudo anuncia un derrumbe
de los ingresos nacionales. El precio del barril de nuestro petróleo se acerca
a 60 dólares, lo que hará que el presupuesto para 2015 ni por asomo sea
equilibrado, siendo el déficit para 2014 superior a 20% del producto interno bruto
—esto es, alrededor de 40 mil millones de dólares, toda vez que el PIB nominal
ronda los 400 mil millones de dólares—, y para 2015 se calcula que será aún
superior a este porcentaje y monto. La inflación cerrará este año en más de 70%,
colocándose por encima de 100% la de muchos productos de primera necesidad
—como legumbres y hortalizas, papa,
cebolla, zanahoria, tomate, entre otros—. En el próximo ejercicio fiscal el
impacto inflacionario
superará
con creces 100%. La inflación viene
convirtiendo el salario de los trabajadores en
polvo, lo que impide cubrir los gastos más elementales de la familia, sobre
todo de alimentación. Si sumamos esta tendencia alcista a la caída del producto
interno —que puede promediar
5% para 2015—, vemos cómo se afianza una economía donde se une la inflación con
la recesión, esto es, una economía que padece de estanflación. Con todo y los ajustes
salariales del gobierno, aumentos del salario mínimo mediante, la caída del salario
real de los trabajadores es superior a 40% en 2014, tomando en cuenta que buena
parte del ingreso es destinado al consumo de alimentos y bebidas.
El déficit fiscal —lo que es lo mismo, el
desequilibrio entre los ingresos y los gastos del sector público— en 2015
estará muy por encima del mostrado este
año y en medio de una recesión, esto
es, una caída del PIB por
la política económica del
Ejecutivo. Ello
llevará indefectiblemente
al gobierno a emitir papel moneda sin respaldo, de donde provendrá el mayor aumento de la
inflación. Esta circunstancia —al
ser atendida con políticas como las que se desprenden de las leyes aprobadas vía habilitante— conducirá a mayor inflación, a una profundización de la recesión y al
aumento del desempleo. No menciona el gobierno medida alguna que permita salir
del drama en que nos han metido por una política económica de destrucción de la
producción nacional. Apenas hace anuncios que terminan siendo falsa propaganda
a su favor, cuando en realidad se pinta un cuadro que resume una calamidad para
las familias de los trabajadores. Y
para colmo ofrece a inversionistas extranjeros verdaderas maquilas —llamadas Zonas Económicas Especiales—, territorios sin ley del trabajo, sin sindicatos, sin
impuestos, sin controles cambiarios y sin restricciones ambientalistas.
Por su parte, las reservas
internacionales reciben el impacto de la caída del precio del crudo, que se
suma a la baja del precio del oro. Respecto a lo primero, la caída del precio
del petróleo va a significar que no tendremos la misma cantidad de dólares para
seguir importando el volumen de bienes que satisfacen buena parte de la demanda de los
venezolanos, cubierta de esa manera mientras se afianzaba la destrucción del aparato
productivo. Por su parte, la caída del precio del oro conduce a una merma de
las reservas internacionales. En los últimos tres años se observa un derrumbe
en la cotización de este rubro de más de 30%. Por lo que la parte en oro de
nuestras reservas —calculada hoy en 70% del total— se ha visto disminuida, lo
que se traduce en un debilitamiento del bolívar frente a las divisas y pérdida de capacidad de pago del
producto importado, mientras aumentan las tasas de interés de lo que debe la República. Las reservas
han permanecido por debajo de 20 mil millones de dólares, menos de las existentes
hace 10 años.
A su vez, la deuda pública consolidada
se ubica muy por encima de 50% del PIB, de acuerdo con distintas entidades
nacionales e internacionales. Por ello, para 2015 se compromete alrededor de
30% del presupuesto de gastos para el pago del servicio de la deuda. Dada la
política económica y social del gobierno, es de esperarse una disminución sustancial
del presupuesto en educación y salud. En el caso del sector salud, la reducción
se eleva a 46%, según el exministro
de Sanidad J.F. Oletta.
Las universidades solo recibieron cerca de 33% del presupuesto exigido por las
autoridades rectorales
para garantizar su normal funcionamiento. Los más de dos millones de
funcionarios públicos ven con desesperación cómo los exiguos logros del contrato-marco no significarán ningún beneficio
real para afrontar las dificultades que se avizoran para 2015.
Podemos concluir que los trabajadores y
los sectores populares viviremos una gran penuria de no disponernos a asumir otro derrotero, si no se lucha por un cambio de
fondo en el rumbo económico y político. En ello la Confederación de Trabajadores de
Venezuela (CTV) comprometerá sus mejores
esfuerzos.
LA TRANSFORMACIÓN PRODUCTIVA
El rentismo ha hecho posible el financiamiento
de un sistema económico ineficiente e incapaz de suministrar beneficios a los
ciudadanos. Al realizarse mediante una política económica erosiva del
aparato productivo, era lógico que nos condujera al desastre anunciado. Esta es
una política agotada. Hay que cambiarla de raíz ya que se
requiere de una transformación productiva si queremos tomar otro rumbo y superar esta crisis.
La búsqueda de crecimiento económico sostenible se basa en la
diversificación de la producción y en un cambio en la concentración de la
producción y del empleo. Lograr esa transformación requiere de mejoras en la
producción y en la productividad laboral.
Una mayor diversificación es deseable
porque hace que la economía crezca más rápido y nos enrumbe hacia la independencia y el desarrollo.
De hecho, las ganancias en la producción y en la productividad refuerzan el
proceso de diversificación, generándose un círculo virtuoso entre esos factores.
Los países que dependen de recursos
naturales muestran usualmente una alta concentración en pocas áreas de la economía, lo cual
afecta las posibilidades de crecimiento económico sostenible y los potenciales avances
en producción y productividad.
La monoproducción —condenados por el respeto a una división internacional del trabajo—
es el resultado perverso de esta orientación.
EL AMBIENTE ECONÓMICO DE VENEZUELA
La economía de nuestro país ha perdido
fortaleza de manera progresiva y
últimamente de forma abrupta. Este hecho ha sido ocasionado por
la instrumentación de una estrategia que no ha priorizado la inversión sino un
creciente consumo público y privado
para garantizar la realización del producto importado.
La renta petrolera ha hecho posible el
financiamiento de una combinación expansiva de política fiscal y monetaria que
ha estimulado la demanda ante una capacidad limitada de la oferta interna para
reaccionar debido a diversas restricciones institucionales. La inflación se ha
acelerado y las importaciones crecieron significativamente para satisfacer la
demanda interna. Los problemas de abastecimiento ya toman ribetes muy
dramáticos pues tocan elementos esenciales para la alimentación y la salud de
la población.
La demanda de bienes y servicios está
siendo empujada por un gasto fiscal creciente del Gobierno central y
especialmente de Pdvsa. Por su
parte, la oferta de bienes y servicios está afectada por una política cambiaria
restringida que impide el financiamiento de las importaciones de insumos indispensables para la producción
local. Al mismo tiempo la oferta está siendo condicionada por la política de
controles de precios y los inconvenientes en el suministro de servicios
públicos, especialmente electricidad y gas.
Estos cambios estructurales están constriñendo las posibilidades de
generación de crecimiento económico y causando una importante destrucción de
empleos productivos, llevando a la sociedad a una profunda pérdida de bienestar,
aumentando el caos y la carestía en bienes esenciales para la vida cotidiana. Entretanto, contribuimos a la ampliación del mercado de
países de alto desarrollo, principalmente Estados Unidos y China.
EL FUTURO
Venezuela requiere un cambio fundamental
en su rumbo económico, en el papel de la política económica, en la relación del
sector público con el sector privado, en la participación del sector privado y
en el papel que deben jugar los trabajadores y sus organizaciones. Requiere, a su vez, de un cambio radical de la relación
con el sector externo, del papel del país en la división internacional del
trabajo.
La visión económica de Venezuela debe
estar orientada esencialmente a la mejoría en el bienestar de la sociedad. La
instrumentación de la política económica debe ser el mecanismo para alcanzar el
deseado bienestar social,
lo cual requiere la liberación de las fuerzas productivas.
En esa búsqueda se hace impostergable
la necesidad de un nuevo contrato social incluyente y estructurado que haga
viable la convivencia entre el sector público con el sector privado.
Los trabajadores, en este contexto, tenemos
una especial relevancia en la construcción de consensos con sentido
de inclusión social para garantizar el éxito de la visión económica en el largo
y mediano plazo. El crecimiento y
desarrollo económico de Venezuela requiere de un proceso de
reformas estructurales que garanticen la estabilidad económica.
La sostenibilidad del crecimiento
económico y del bienestar de la sociedad depende de la inversión y el trabajo
como factores esenciales de la producción. La inversión está determinada por la
dinámica de la formación de capital fijo y el papel del trabajo que le corresponde al grupo
económicamente activo de la población. En esta circunstancia, el crecimiento
económico con baja inflación implica directamente mejoría en el bienestar
social. A su vez, el
crecimiento, el desarrollo y la diversificación garantizan el equilibrio fiscal
y por ende el combate a la inflación mediante el incremento de la recaudación
vía impuesto sobre la renta y no de la presión tributaria.
De manera que el bienestar de la
sociedad depende, en forma determinante, de la mejoría en la producción y en la
productividad, sean provenientes de la tecnología incorporada en el capital
físico como en el capital humano logrado a través de la educación.
En este ambiente, los beneficios
alcanzados mediante negociaciones salariales pueden representar mejorías en bienestar para los trabajadores
si ocurren en el marco de una elevada producción y una creciente productividad.
En el caso contrario, las negociaciones puramente salariales llevarán
únicamente beneficios efímeros
a los trabajadores y, consecuentemente, efectos transitorios y muchas veces ilusorios sobre su
bienestar.
De esta forma, las políticas laborales
deben basarse en programas nacionales de mejoramiento continuo de las capacidades
productivas. Ello implica que el nuevo consenso social requiere de forma
explícita que las reivindicaciones
al
trabajo se encuentren directamente vinculadas a la dinámica de la elevación de
nuestra producción nacional.
UN PROGRAMA PARA LA RECONSTRUCCIÓN
Los trabajadores levantamos una
alternativa que garantiza la superación del actual estado de cosas, que apunta hacia la PROSPERIDAD.
Antes que nada, se requiere una amplia y sólida UNIDAD
NACIONAL para reconstruir el país sobre la base del desarrollo nacional.
Unidad que se construye resumiendo los intereses de los distintos sectores que desean el rescate del país,
el desarrollo y el bienestar. Una garantía de que al conquistar el desarrollo y
la independencia practicamos una verdadera democracia sustentada en la más
amplia participación ciudadana y en el respeto a las libertades democráticas.
1. El primer y
principal objetivo es impulsar el desarrollo nacional sobre la base de una REVOLUCIÓN
INDUSTRIAL que enrumbe el
país hacia la producción de lo que necesita su gente. Contamos con riquezas que
bien pueden garantizar la base de esta meta. Además de petróleo, bauxita y otros minerales, como coltan y vanadio, contamos con recursos agrarios e hídricos que sirven en conjunto para
sustentar el desarrollo acelerado de la economía nacional.
2. El petróleo
debe convertirse en PALANCA PARA EL DESARROLLO. La renta debe ser aprovechada
en función de la inversión productiva, el desarrollo nacional y, por ende, debe
apuntar hacia la creación de puestos de trabajo de calidad, de trabajo decente.
La industria petrolera debe dar un vuelco. El aumento de la producción del
crudo debe ir acompañado de la diversificación de la industria petrolera.
3. Una meta
fundamental para lograr
los objetivos anteriores es alcanzar la SOBERANÍA AGROALIMENTARIA. Parte de la
inversión productiva debe ser destinada al agro, aprovechando las posibilidades
que brinda la riqueza de nuestros suelos con las bondades de nuestro clima que
garantizan un auge inusitado de la producción agrícola y pecuaria. Inversión,
asistencia técnica y mercado seguro son la base para alcanzar esta meta.
4. La demanda
de la población venezolana debe ser satisfecha con la producción nacional, asequible
y de calidad. El MERCADO NACIONAL debe ser para la PRODUCCIÓN NACIONAL principalmente.
La industrialización del país y la soberanía agroalimentaria conducen a un
mayor bienestar. Su base está en el empleo productivo. En consecuencia un
salario decente que garantice más bienestar sirve para un sólido mercado para
la producción nacional.
5. La EDUCACIÓN
es elemento importante en la transformación productiva. Ello hace posible la
incorporación de la tecnología en los procesos productivos y, al mismo tiempo,
crea las condiciones necesarias para la innovación. La política educativa debe
estar orientada al mejoramiento de la educación formal y al apoyo a la
educación técnica.
6. Una NUEVA
DEMOCRACIA basada en la participación ciudadana en la toma de decisiones.
Además, el rescate de principios y valores de la democracia, como la alternabilidad y la división de
poderes, junto al respeto e impulso de las más amplias libertades democráticas,
garantizan la construcción de una nueva manera de gobernar y de nuevas
relaciones entre el gobierno y la ciudadanía y sus organizaciones autónomas.
7. Una NUEVA
ÉTICA CIUDADANA cristalizada principalmente en la función pública y la
actuación política basada en el interés del país, los trabajadores y el ciudadano, por encima de
cualquier interés particular. Esta nueva ética se convierte en una palanca de
la participación en la reconstrucción del país productivo que las grandes
mayorías reclaman.
NUEVA
POLÍTICA ECONÓMICA
La
realización de esta propuesta supone la puesta en práctica de una nueva
política económica que propicie en primer lugar la inversión productiva por
encima de cualquier otra demanda. “Sembrar el petróleo”, consigna nacional que
tiene más de 80 años, traduce esta orientación. A su vez para que haya
inversión productiva, debe rescatarse
el principio de que la banca supone la intermediación del ahorro social hacia
la inversión. Para ello la ganancia del sistema bancario debe realizarse en el
crédito barato.
Garantizada
la inversión, debe impulsarse
una nueva política fiscal que se asiente principalmente en el impuesto a la
ganancia y no en el tributo. El desarrollo y el crecimiento económico
garantizan alta capacidad recaudadora
a partir de la creación de riqueza transformadora. Al reducir el tributo, a su
vez estamos propiciando la demanda ciudadana del producto nacional.
La
estabilidad de los precios con base en esta orientación estará garantizada, ya
que el equilibrio fiscal afincado
en la recaudación de impuestos a un creciente sector productivo conduce a que
la masa monetaria esté en correspondencia con la riqueza a ser transada. Inflación cero será la meta a
alcanzar.
La
política social de nuevo tipo debe acompañar estas orientaciones fundamentales
para la realización del programa que presentamos los trabajadores al país. Una
política social que garantice mejores condiciones de vida y de trabajo para la gente. Que se
exprese en una política educativa al servicio del desarrollo: una educación de
calidad que cree una fuerza de trabajo suficientemente calificada y capaz de
asumir los retos del desarrollo, de un desarrollo diversificado que demanda
importantes avances científicos y tecnológicos.
La
salud ciudadana debe estar en correspondencia con las metas del desarrollo.
Podemos alcanzar una mayor calidad de vida cuando la soberanía agroalimentaria,
la calidad de los productos y su precio estén en correspondencia con la
capacidad de demanda de los trabajadores y la ciudadanía. Podemos plantearnos
como perspectiva una política de salud preventiva sin descuidar la atención de endemias y epidemias contingentes, dadas
las nuevas condiciones de vida de los venezolanos.
Las
demandas ciudadanas de vivienda y ambiente podrán ser satisfechas en virtud de
que el incremento en la recaudación permitirá un ahorro social que debe ser
dirigido a la construcción del hábitat de calidad. La política social y la
participación de los venezolanos en su realización serán fuerza para el
desarrollo nacional diversificado y fuente de estímulo al trabajo productivo y
el desarrollo.
UNA
PLATAFORMA UNITARIA
Los
trabajadores venezolanos estamos impelidos
a levantarnos contra la política destructiva implantada en los últimos años.
Una PLATAFORMA DE LUCHAS que unifique a todos los trabajadores venezolanos debe
ser preámbulo de los objetivos programáticos antes indicados. La consigna
principal que debe guiarnos es QUE LA CRISIS NO LA PAGUE EL PUEBLO TRABAJADOR.
Nuestros
innumerables esfuerzos para que el Ejecutivo Nacional respete la autonomía y la
libertad sindical y abra verdaderos espacios para el encuentro, para el diálogo
y para el consenso en torno a los principales determinantes del trabajo como
hecho social, han devenido en infructuosa búsqueda, pues nos hemos topado con
la intransigencia, arbitrariedad, sectarismo y prepotencia de gobernantes que
levantan el populismo como discurso para ocultar su visión militarista y corporativista en las relaciones con las
organizaciones sociales autónomas, y en particular con las organizaciones
sindicales que tienen su compromiso fundamental con sus agremiados, con la defensa de la
democracia y con los principios universales de defensa de los derechos
laborales en tanto derechos humanos que son. Desde ese discurso populista han
edificado un régimen de arbitrariedades que son ocultadas por
decisiones leguleyas
y con el apoyo de sectores oficialistas dentro del sindicalismo que han vendido
su alma al diablo para apoyar
los desafueros
que se cometen desde el alto gobierno.
El
rescate y la protección del PODER ADQUISITIVO DEL SALARIO y el respeto al valor de nuestros pasivos laborales tienen un
lugar principal en el desarrollo de nuestras luchas, frente a la voracidad de
una irrefrenable inflación.
El
respeto a la CONTRATACIÓN COLECTIVA y
a la LIBERTAD
SINDICAL es elemento central para fortalecer las organizaciones sindicales en
un rol que reivindique a la función sindical y la vincule con la búsqueda de
una sociedad donde prive la solidaridad, el respeto, la igualdad y el progreso
como principios de las relaciones humanas, y que a la par sea un freno a las
acciones anárquicas
y violentas en la resolución de los conflictos laborales.
La
implantación de un SISTEMA DE SEGURIDAD SOCIAL que esté afincado en el
desarrollo del trabajo productivo nos dará mayor solidez y sostenibilidad a
futuro, y disminuiremos
los peligros y vulnerabilidades de los planes de
asistencia social basados única y exclusivamente en la variable y voluble renta
petrolera.
Es vital el impulso de amplios
espacios para el DIÁLOGO SOCIAL, en el cual los trabajadores participemos
permanentemente en la búsqueda y afianzamiento de acuerdos y consensos que
posibiliten una acertada aplicación de las políticas de desarrollo nacional y de respeto a los derechos laborales.
¡Por un mundo mejor para los
trabajadores!
Comité Ejecutivo
Confederación
de Trabajadores de Venezuela (CTV)
Barquisimeto, 9 de diciembre de 2014