domingo, 25 de septiembre de 2016

La Sociedad Civil convertirá el 20% en una gran rebelión electoral

Una Rebelión Electoral será  la recolección del
20% del padrón electoral
Nota: Esta declaración fue expuesta en rueda de prensa realizada hoy domingo 25 de septiembre, de la que fueron voceros por las ONGS que abajo suscriben Francisco Kiko Bautista (del Foro Cambio Democrático), Ana Rosario Contreras (del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital), y Pedro Arturo Moreno (del Comité Ejecutivo de la CTV)



"Normas" del CNE establecen que será luego de la recolección de firmas que éstas se cuantificarán "nacionalmente"

Las organizaciones de la sociedad civil que suscriben, reunidas este sábado 24, debatimos la actual coyuntura nacional y acordamos dirigirnos al país para expresar lo siguiente:

1. Defendemos como valor esencial la unidad de todos los demócratas.

2. Luchamos por la defensa del voto y de la participación ciudadana como instrumentos fundamentales de la democracia.

3. Compartimos la ruta democrática, esto es, pacífica, civil, electoral, apegada a la Constitución, para producir el cambio político urgente que Venezuela requiere.

4. El referendo revocatorio, que es patrimonio de todos los venezolanos, es un componente básico de esa ruta democrática. Y en el marco de un estado general de inflación, escasez, desabastecimiento, inseguridad, pobreza, hambre, crisis de los servicios, etc., se trata de un derecho ciudadano esencial para provocar el cambio democrático que Venezuela requiere.

5. No existe ninguna duda, ni en la Constitución ni en las "Normas" de los referendos revocatorios aprobadas por el CNE, en cuanto a que el 20 % de voluntades para activar un revocatorio presidencial debe ser cuantificado nacionalmente y no por estados:

  • El boletín de prensa del CNE dando cuenta de la ultima reunión de su Directorio así lo reconoce cuando dice en su punto 1 que el corte del Registro Electoral que aplicará será de 19.465.638 electores y que su 20% son 3.893.128 electores.

  • Y los artículos 28 y 29 de las "Normas" establecen que será luego de la recolección de las firmas cuando "la Junta Nacional Electoral verificará y cuantificará dichas manifestaciones" y que si "el número de manifestaciones de voluntad es igual o mayor al veinte por ciento (20 %) de los electores inscritos en el Registro Electoral de la circunscripción de que se trate (...) el CNE declarará procedente la solicitud de referendo revocatorio".

Cualquier decisión contraria sería inconstitucional y violatoria de la normativa vigente sancionada por el mismo CNE.

6. Invitamos a todos los demócratas a participar bajo protesta en la recolección del 20 % de manifestaciones de voluntad y en el referendo revocatorio que tendrá lugar. Esa jornada debe convertirse en una gran rebelión electoral, una movilización ciudadana por la participación, el derecho al voto y la democracia. Proponemos que simultánea y paralelamente al proceso oficial se realice una segunda recolección de firmas de modo de dejar testimonio físico de la imposibilidad de muchos de asentar su voluntad por la convocatoria del referendo revocatorio y dar valor a la movilización de todos. Proponemos igualmente instrumentar formas adecuadas (incluso on line) para que los venezolanos en el exterior hagan lo propio.

7. Sugerimos al equipo de enlace que participará en la Mesa Técnica con el CNE que se exija:
  • Que las mesas no cierren el último día mientras haya electores en cola.
  • Incrementar las máquinas al menos a la misma cantidad que se utilizó en el revocatorio de 2004: 11.000 cuando había mucho menos votantes.
  • Reubicar algunos centros de recolección de firmas, garantizando su ubicación según la densidad electoral.
Subrayamos que son todos los 19.465.638 de electores los que tienen derecho a manifestar su voluntad y que por tanto las condiciones deben asegurarles a todos su ejercicio.

8. Exigimos la convocatoria inmediata de elecciones regionales cuya realización, por mandato constitucional, debe producirse este mismo año.

9. Acompañamos, junto a esta demanda política, todas las luchas sociales por los derechos del pueblo, en particular de los sectores más vulnerables. Los venezolanos debemos intensificar nuestras protestas pacíficas en la calle y en cualquier terreno coherente con la ruta democrática en reivindicación de nuestro derecho a una vida digna.

10. Las organizaciones de la sociedad civil trabajan para crear una plataforma común que otorgue direccionalidad a sus luchas en el camino del cambio democrático. Será un espacio con el que confiamos la MUD encuentre fórmulas de consulta, información y articulación. Reconocemos como un gesto positivo que la MUD haya llevado a cabo un proceso de consulta amplio a distintos sectores más allá de los partidos políticos lo que confiamos sea una práctica permanente.


-CIUDADANÍA ACTIVA
-SINERGIA
-EXPRESIÓN LIBRE
-CTV
-UNETE
-FCU-UCV
-APUCV
-COLEGIO DE ENFERMERÍA DEL DISTRITO CAPITAL
-FORO CAMBIO DEMOCRÁTICO
-FUNDAHUMANOS
-MUJERES POR LA LIBERTAD
-MANIFIESTA
-COMUNIDANAS
-GENTE DE PETRÓLEO
-GENTE DEL DEPORTE
-COMPROMISO CIUDADANO
-GRUPO LA COLINA
-CONSORCIO JUSTICIA Y DESARROLLO
-MOVIMIENTO DE EDUCADORES SIMÓN RODRÍGUEZ
-PARLAMENTO EDUCATIVO
-MOVIMIENTO DE EDUCADORES LUIS BELTRÁN PRIETO FIGUEROA
-REDORGBARUTA
-RADAR DE LOS BARRIOS
-VOLUNTARIOS ABRIENDO CAMINOS
-ARAGUA EN RED
-ARAGUA SIN MIEDO
-REGIÓN INSULAR FUTURO y DESARROLLO
-FRENTE EN DEFENSA DEL NORTE DE CARACAS
-ASAMBLEA DE CIUDADANOS DE LA CANDELARIA
-PROCATIA
-MUJERES UNIDOS POR EL PROGRESO
Por los derechos humanos

domingo, 11 de septiembre de 2016

Venezuela ¿Cuál futuro?, por Carlos Hermoso


Un economista amigo afirmó recientemente que la salida del atolladero que sufre Venezuela la encontraremos en un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), la dolarización del precio de la gasolina y otras menudencias helénicas. Jóvenes y viejos parecen ser los más perjudicados en Grecia con las medidas adoptadas a raíz del llamado rescate. Algo similar plantean quienes se asumen como “orientadores de una nueva política económica” para Venezuela.

Hartos del chavismo, estas ideas afianzan la incertidumbre en amplios sectores de la población sobre un futuro de Venezuela en manos de los factores hegemónicos de la oposición. La gran mayoría de venezolanos sin duda alguna pugnan por la salida de Maduro. Pero buena parte no guarda buenas opiniones sobre quienes se presentan como alternativa. Y es que estas ideas no crean confianza en la gente. En cualquier caso, en las actuales condiciones resulta un reto difícil la asunción de la dirección política del país, para cualquier opción opositora.

Ciertamente la crisis es profunda. Afecta todos los órdenes. La economía está devastada. Pero hay quienes apuestan a que el chavismo culmine su período, con o sin Maduro, precisamente por tratarse de una crisis tan grave. Parten de la consideración de que es indefectible aplicar medidas que afectarán a la gente, por lo que se deberá aplicar la represión. El régimen, en ese sentido, está mejor preparado para enfrentar la cada vez más generalizada respuesta popular ante el desastre. Se parte de la premisa de que los ajustes, siempre, en cualquier caso, afectarán a los más necesitados. Le temen pues a la respuesta popular. Pero, para nada, ofrecen un camino distinto para la superación de la crisis. Insisten, religiosamente, en que la gente deberá apretarse el cinturón, sin percatarse que ya la correa no da más.

El fatalismo en la materia, además, cuenta con tarifados que plantean una salida “consensuada”. Otros plantean al Gobierno “rectificaciones” en varias materias. Tesis que han sido propagadas por sectores aparentemente opositores aunque en realidad son agentes gubernamentales. En el mejor de los casos se trata de gente que ha perdido la voluntad política en favor de los pobres y el interés nacional. Que han sucumbido frente a la prepotencia chavista. Parece que el miedo los hace rehuir a la confrontación social, a desoír el clamor de la gente y su disposición a la lucha. O han aprendido a adaptarse, será.

En conjunto, estas consideraciones pudiesen explicar la tendencia política de factores opositores que no trabajan por una salida rápida., ni por una estrategia política que coloque en el descontento de las masas el centro de la estrategia, que ubique que el objetivo estratégico en las actuales circunstancias debe ser la salida de Maduro. Es más, aún hay tiempo para que el referendo revocatorio (RR) sea una realidad, para lo cual las masas deben ser las protagonistas del proceso. A eso muchos factores parecen temerle. Se prefiere la negociación. Algunos afirman que se trata de cambiar, cual moneda de libre circulación, RR por elecciones regionales. Todos, los de arriba, claro, salen ganando.

Sumemos que —por tratarse de una crisis que afecta las bases del sistema— los factores políticos que defienden las imperantes relaciones de producción y de cambio jerarquizan por salvar sus bases. Más se preocupan por impedir que la sociedad venezolana se encamine hacia un cambio histórico que marque el inicio del desarrollo diversificado y autónomo. Buscan, sí, preservar lo esencial de las relaciones imperantes —las de dependencia y sumisión frente a las grandes potencias—, así como la naturaleza de los nexos con el capital internacional. De allí parten las tesis y dogmas que permitirían la supervivencia, pero sobre las mismas bases que imperan actualmente.

¿Qué “modelo” fracasó?

Quienes indicamos —economistas, periodistas, políticos, entre otros, mucha gente en capacidad de difundir ideas desde esta perspectiva— parten de que lo que está en evidencia es el fracaso de un modelo. A renglón seguido, pasan a describir lo que a su juicio es esencial del tal modelo. Resaltan los asuntos de la propiedad, de las expropiaciones y la estatificación. Ideas que nada guardan relación con lo esencial, aunque estos asuntos ciertamente juegan un papel en el proceso erosivo que ha sufrido Venezuela. Por ejemplo, la estatificación y las expropiaciones, evidencia empírica adelante, contribuyeron con el proceso destructivo del aparato productivo. Pero no observan para nada lo esencial, esto es: la erosión se afincó principalmente en la escala de las importaciones de bienes que sustituyeron buena parte de la producción nativa. En este proceso, expropiar empresas y tierras para hacerlas improductivas, en diversa medida, contribuyó con el proceso destructivo.

Por eso resulta difícil ubicar un discurso coherente sobre el cuestionamiento al “modelo” imperante. En primer lugar porque nada tiene que ver el argumento con la realidad. Nada tiene que ver, por ejemplo, la política económica con medidas socialistas. Los controles aplicados en Venezuela no conducen, por ejemplo, al desarrollo. A los países socialistas se les criticó —con razón o sin ella— de tendencias autárquicas, no por su liberalización con el sector externo. La determinación del tipo de cambio para nada favorecía a los importadores, sino a la propendía a la utilización de las divisas en función de importar medios de producción o rubros no sustituibles en un plazo determinado, entre otros aspectos. De allí que se reduce el cuestionamiento a ideas que parecen dogmas, mentiras e ideología anticomunista.

Por eso nada dicen los economistas acerca de la liberalización con el sector externo de la economía. Nada dicen de los efectos perversos de la incorporación de Venezuela al Mercosur, de las relaciones liberales con China, entre otros ejemplos. Del artículo 301 de la Carta Magna que iguala el trato a los capitales nacionales y extranjeros. Nada dicen pues, acerca de la condición liberal de la política económica que requirió —era de suponerse— de los controles garantes de la realización de los bienes importados, sobre todo en materia de precios y del tipo de cambio. En definitiva, de una política que garantizó, desde 1989, destruir la economía mientras favorecía al sector importador como siempre ha sido en nuestra historia desde los tiempos de la colonia. Solo que ahora bajo el ropaje socialista.

Por eso, lo fundamental radica en la orientación general de sustituir producción nativa por importaciones cada vez más competitivas. Con ello, además de brindarles mercados a otras economías de las cuales nos hacemos cada vez más dependientes, profundizamos la condición monoproductora, afianzando el papel de Venezuela en la división internacional del trabajo como proveedor de materias primas, petróleo casi exclusivamente, al menos en esta última etapa.

El caso cubano

Desde la perspectiva de los apologetas del orden, este caso resulta emblemático. Más allá de las consideraciones ideológicas la historia de este país, resulta similar referido a la materia que nos ocupa. Espinoso el asunto, si tomamos en cuenta que el anticomunismo de estos tiempos, sobre todo en Venezuela, se escuda en el anticubanismo. Esto es, anticubanismo como antisocialismo, identificando el fracaso de un supuesto modelo al estilo cubano con el socialismo. En realidad, si reducimos la teoría de raigambre ricardiana en favor del capitalismo mundial a una división internacional del trabajo liberalizado y a favor de las economías más desarrolladas, decimos que es acertada la premisa. Nada que ver por cierto con las ideas del Che Guevara sobre la necesidad de diversificar el aparato productivo y sentar las bases de la revolucionarización del desarrollo de las fuerzas productivas materiales. En eso se parece este desastre con el de la economía cubana expresada en el llamado por ellos “período especial”.

Condenaron la economía cubana durante décadas a la especialización en cuatro rubros: azúcar, níquel, cítricos y pescados y mariscos, mientras importaban lo demás del llamado “campo socialista”, bajo la tesis de una tal “división socialista internacional del trabajo”. Ello condujo a la entrada de Cuba en el Consejo de Asistencia Económica Mutua (CAME) en 1972, instancia que condenó a los países del campo revisionista soviético a una mera especialización económica mientras la socialimperialista Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) mantenía el monopolio industrial. Los cubanos van a insistir en esta tesis con la jerarquía dada al turismo a partir del desastre que se produce con el derrumbe de la llamada URSS. Ahora plegada a los españoles y otros capitales, europeos principalmente, Cuba no sienta las bases de la industria sino de la especialización en turismo. Aunque las remesas se convierten en fuente de entrada de divisas superior a cualquier otro sector, incluyendo la “locomotora” de la economía, como designó un economista cubano al sector turístico.

En Venezuela se hizo lo propio, nos especializamos en la producción de petróleo, y con la renta, en buena medida, compramos lo que requeríamos en bienes finales y medios para reproducir lo poco que queda en pie del aparato productivo, a excepción del gran capital que entretanto ha centralizado capitales y medios como nunca. La derivación de esta tendencia es que, al caer los precios del crudo, caemos en desgracia. El apalancamiento de esta política se encuentra en la política económica de raigambre librecambista. Difícil de ser visto este asunto por gente especializada en la economía de marras.

¿Cuál salida?

Los economistas, al anunciar su programa, siempre hacen esa célebre declaración principista según la cual no se debe afectar a los más pobres, por lo que hay que contar con planes focalizados dirigidos a los más vulnerables. Cinismo que evidencia su esencia desde un primer momento. Afectará a los pobres aún más y alertan para que la cosa no llegue a extremos insostenibles.

Quienes deben pagar esta crisis, en el mejor de los casos, siempre de acuerdo a esta idea, son quienes usufructuaron el poder y destruyeron el futuro de los venezolanos. Para nada aluden a los grandes dueños de los medios de producción y de la gran banca. Parece ser, según esta perspectiva, que quienes administran los negocios de las clases dominantes son quienes deben de pagar la crisis, junto a los pobres y sectores medios, claro está. En esta oportunidad, si bien es cierto que estos administradores han trasegado riquezas inconmensurables a la oligarquía, se han quedado con una buena parte del botín, mayor que en etapas anteriores. En eso también han superado a los bipartidistas quienes también hicieron lo propio, pero —al decir de un alto dirigente de uno de los dos partidos hegemónicos— ellos “eran unos robagallinas” en comparación con el actual asalto a las arcas nacionales.

De manera religiosa se repite uno u otro dogma. Entre los más reiterados están: “hay que desmontar los controles”, “unificar el tipo de cambio”, “solicitar préstamo entre 40 y 50 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional”; “cumplir con un programa de ajustes, exigidos por los acreedores, que será muy severo dados los desequilibrios”, “dolarización del precio de la gasolina y de sus derivados”. Y, sobre todo, ¡crear confianza! a los inversionistas. Claro, sin olvidar las consabidas “muestras de misericordia” con los más vulnerables. Este programa permitiría alcanzar los objetivos principales: superar los desequilibrios y distorsiones macroeconómicas, bajar inflación, reducir déficit fiscal, sincerar y unificar el tipo de cambio, entre otros. A partir de lo cual se alcanzaría la senda del crecimiento. Catecismo que no establece mayores diferencias entre crecimiento y desarrollo.

Junto a esto, según la receta, se deben crear las bases para la seguridad jurídica para crear confianza, sin “percatarse” de que ya eso existe en leyes como las del doble tributo, de protección y promoción de inversiones extranjeras, además de los consabidos artículos constitucionales. Los economistas que así plantean las cosas, no ubican que los capitales se mueven con base en el comportamiento de la cuota media de la ganancia y no por la fe.

Además de otras determinaciones como dimensión del mercado, estabilidad política, precio de la fuerza de trabajo, flexibilizaciones en materia laboral, entre otras y articuladas a lo anterior. Sumemos aquello del papel de Venezuela en la orquestación internacional una de cuyas especializaciones, si así puede llamarse, es la de ser comprador neto de bienes finales y no de productor. Con petróleo es como suficiente.

Muy poco dicen estas ideas programáticas, si así se pueden llamar, acerca del desarrollo diversificado. Menos de independencia y soberanía económica, lo que incluye el aspecto agroalimentario. Por eso no se establecen mayores consideraciones acerca de la política bancaria, fiscal y monetaria, salvo que serán de orientación restrictiva. En definitiva, se apuesta apenas a la inversión extranjera, al préstamo internacional, más específicamente del FMI, y al consiguiente paquete de ajustes. ¡Claro, no nos olvidemos de la atención de los menos favorecidos!

Las leyes del capitalismo son, como en toda ciencia, inexorables. Son objetivas. Esto es, son independientes de la voluntad de algún avisado. Por ejemplo, en la determinación del precio de las mercancías —y en el capitalismo todo tiende a ser mercancía—, la oferta y la demanda conducen a vaivenes temporales en torno del valor. Pero es la determinación del trabajo objetivado en cada mercancía lo que a la postre determinará su precio. Ello explica, en estos tiempos, la solidez del oro y el bitcoin, principal moneda virtual, como reservas por antonomasia de los capitales a escala mundial. Difícil ubicar su precio por debajo del valor. De suceder el fenómeno, tiende tercamente a ubicarse en torno de su valor. Igual sucede con las mercancías en nuestro país. Aún las importadas tienden a colocarse en torno de su valor.

Por el problema de la escasez, la especulación coloca el precio de muchos rubros muy por encima de su valor. Lo que explica que muchos productos ya se ubican hasta en el triple de lo que cuestan en Estados Unidos. Tal es el caso del azúcar que en el mercado criollo se ubica rampantemente en 3.500 bolívares un kilogramo, es decir, 3,5 dólares del paralelo, mientras que en el mercado yanqui se ubica en un dólar. Igual sucede con las inversiones. Se mueven con base en tendencias objetivas. No en la fe. Ello explica que en la época de Nixon —a propósito del famoso ping-pong entre chinos y gringos— comenzó una afluencia de capitales hacia el gran país asiático. La violación de los derechos humanos, denunciada por EEUU, parece no haber frenado para nada los capitales de todo el mundo imperialista, atraídos en realidad por las ventajas que brindaban los “comunistas”. Ninguna desconfianza tuvieron los capitales hacia el “comunismo” chino, atraídos por la baratura, abundancia y disciplina de la fuerza de trabajo de los asiáticos, y las facilidades para la explotación de los trabajadores, así como un gran mercado interno, materias primas baratas, entre otras determinaciones de una cuota de ganancia superior a la propia en los países desarrollados. Sin embargo, nuestros economistas siguen repitiendo la cantaleta de la confianza y la desconfianza.

En cualquier caso, la superación de la crisis supone la afectación de un sector u otro. Quienes proponen que sea el pueblo el que siga abriendo huecos en sus correas, proponen medidas drásticas, partiendo de una idea propia de cualquier religión. Se basan en el ejemplo de EEUU cuando producto de la crisis de 2008: “La inyección de dólares por parte de las autoridades financieras gubernamentales de Estados Unidos durante 2007 al 2010 fue de 5,04 billones de dólares —trillones en anglosajón—, esta inyección es equivalente a 35% del PIB”. Deuda que por supuesto es descargada en la gente mediante políticas tributarias e impositivas que han reflotado la banca. Hoy, se anuncia en ese país una crisis de mayores proporciones que la de entonces. Partimos de consideraciones generales en relación con el origen de esta catástrofe nacional. La hemos simplificado de manera didáctica de tal suerte que podamos distinguir las cuestiones fundamentales, partiendo de la sentencia que acuñara Lenin según la cual: “cuando expulsan de la ciencia las leyes, lo que en realidad hacen es introducir de contrabando las leyes de la religión”.

El desarrollo nacional solo puede darse sí y solo sí se formula y realiza una política económica que apuntale el proceso de concentración de capitales y, a la vez, atienda las aspiraciones nacionales y populares. De lo contrario tendremos más de lo mismo pero bajo la conducción de nuevas figuras. Incluso alguna nueva forma de dominación —manteniendo las cuestiones esenciales del dominio semicolonial— conducirá a Venezuela a una situación tan o más insostenible que la que vivimos actualmente, más cuando asumirían el Gobierno sin haber cohesionado las fuerzas represivas del Estado.

Esa es la historia del antidesarrollo venezolano como lo denominara en su oportunidad Héctor Malavé Mata. En realidad, freno al desarrollo de las fuerzas productivas por las condiciones de dependencia del capital internacional.

Salir de la crisis ciertamente supone un gran acuerdo nacional, cuya formulación e ideas centrales para superar la crisis deben contar con la premisa insoslayable de que el costo que la meta supone no será descargado en los más pobres de la sociedad. A cambio del cual se garantizará una acelerada concentración de capitales con la palanca de un sistema bancario capaz de canalizar el ahorro social hacia la inversión productiva. Además de garantizar el mercado interno para la producción nacional que parte de que los salarios se desarrollen en correspondencia con la creciente oferta de bienes y servicios. Pero de igual manera, implica que Venezuela suprima acuerdos que lesionan el interés nacional.

El rescate del signo monetario pasa por la recuperación del aparato productivo. De su desarrollo autónomo y soberano. Fortalecer el bolívar supone darle respaldo con base en la producción nacional y del abovedamiento de buena parte de las cuantiosas riquezas auríferas, sobre todo en tiempos en los cuales la lucha mundial entre las grandes economías imperialistas por su tenencia ha alcanzado una escala en correspondencia con la guerra de divisas para convertirse una u otra en referencia mundial. Asimismo, las materias primas en las que se convierten buena parte de nuestras riquezas como coltán, bauxita, hierro, entre muchas otras, deben servir principalmente al desarrollo diversificado de nuestro aparato productivo. Electrificación, industria pesada, liviana y ligera desarrolladas de manera armoniosa hacia la revolución industrial con sentido nacional y popular.

Contrario a ofertas lesivas al interés popular y nacional, es en este camino en el que la recuperación económica y social podrá ser tan acelerada que en un futuro cercano podremos hablar del ¡milagro venezolano!


Carlos Hermoso
Secretario General (adj) de
Bandera Roja
Dr. en Ciencias Sociales
Profesor UCV
Economista



Publicado en Efecto Cocuyo

domingo, 4 de septiembre de 2016

A dos manos: comentarios sobre la Toma de Caracas del 1 de septiembre,por Hisvet Fernández y René Cedillo

Hay muchos elementos para analizar acerca de la “Toma de Caracas” convocada por la MUD como figura más visible de la oposición venezolana y a la cual nos sumamos más de 1 millón de personas.
Hay tres momentos importantes de esta gran movilización del 1 de septiembre que sirven para resaltar lo que realmente quedó demostrado, ante la mirada de cualquiera con una mínima ética y agudeza política. Las siguientes son observaciones estrictamente políticas y están escritas con el objetivo de aportar elementos para los escenarios por venir en la lucha de la sociedad venezolana para salir de este régimen dictatorial,  autoritario, opresor, demagógico, populista y, en resumen, representante del fascismo del siglo XXI. Un régimen que devino en la más grande estafa a las esperanzas de un pueblo que le hipotecó su apoyo creyendo en su fraseología de “izquierda” y su supuesta “revolución”, con la que ofreció superar la situación que le precedió y reivindicar los derechos de los sectores populares de siempre.
Hoy ese mismo pueblo sabe y vive la más abarcante y profunda crisis jamás vivida y ya tiene conciencia que resultó peor el remedio que la enfermedad. Pero aún se aspira superar la enfermedad de raíz, cambiar de verdad y reconstruir el país. Por eso se sigue apostando al cambio, pero no a cualquier cambio, se aspira al cambio del régimen político instaurado en 1998.
¿Por qué se convoca esta manifestación? 
La reconocida representación de la oposición denominada MUD es una coalición de diferentes fuerzas partidistas que tienen incluso diferentes matices ideológicos. Ha pasado por diferentes procesos en su dinámica constitutiva y ha resultado hoy en una coalición en la que 4 partidos la hegemonizan,  dejando al resto de las organizaciones partidistas y a las organizaciones sociales y de base casi que sin poder de decisión. Casi porque no se descarta la autonomía de acción de las organizaciones.
Pretender dirigir a la sociedad venezolana en estos momentos pasa por ubicarse en la tendencia correcta y representar las aspiraciones de las mayorías que están fuera de la influencia directa de estos 4 partidos. Pasa también por saber reconocer los intereses de la sociedad venezolana y llevarle el pulso a la situación, identificándose plenamente con los intereses de las mayorías y la justeza de sus aspiraciones y derechos. Pasa por representar a una diversidad humana que coincide en salir del régimen, que no solo quiere salir de un Gobierno particular. Esa mayoría sigue queriendo y necesitando superar un sistema que no le permite vivir con dignidad.
Representar o ser dirección de esa heterogeneidad obliga a un tipo de dirección con una UNIDAD que es SUPERIOR a la articulación de unas siglas partidistas. Supera incluso a la MUD y a lo que representa en esencia. Esa heterogeneidad es todo el pueblo venezolano en su diversidad.
La crisis que se está viviendo, la violación sistemática de los derechos, la inseguridad, la violencia, el hambre, la precaria salud, la represión, la corrupción, el cinismo, tienen a la sociedad venezolana en punto de ebullición. LA SOCIEDAD CLAMA POR UNA SALIDA URGENTE DE ESTA SITUACIÓN. La gente quiere actuar para salir del régimen y no solo de un mal Gobierno.
Convocar a una manifestación como del 1 de septiembre, para demostrar la voluntad por el cambio de manera pública y hacer valer el derecho al revocatorio este año 2016, era una necesidad urgente. No hacerlo hubiera arriesgado que la ciudadanía pasara por encima de la propia MUD. La diferencia es que la mayoría quiere cambios con protagonismo politico-social y quienes dirigen la MUD se quieren reservar para sí ese protagonismo.
La MUD convoca a la Toma de Caracas tratando de que esa demostración de voluntad de salir del régimen no trascienda el liderazgo de la MUD. Y esto se hace harto difícil ya que l@s convocad@s son una gran diversidad que va más allá de los partidos que la conforman. En definitiva, la gente, la sociedad y sus intereses, empujaron a la MUD a hacer esa convocatoria, pero obviamente la MUD no se planteó los mismos objetivos que una buena cantidad de quienes acudieron a las calles el 1 de septiembre, ya sea en Caracas o en otras ciudades del país. Esto evidencia que la sociedad puede sobrepasar a quienes pretenden ejercer liderazgos si no se colocan a la altura de los intereses de las mayorías.
¿Por qué hay sectores insatisfechos con el desenlace de la Toma de Caracas?
Las indicaciones finales de retirarnos y cerolear a las 8 pm” generaron desconcierto y frustración en muchas de las personas asistentes, que en su mayoría esperaban mayor contundencia en el cierre de la protesta, o por lo menos un discurso más combativo, que denunciara las actuaciones del régimen en sus 17 años, que son la razón del revocatorio y denunciar las actuaciones represivas y los obstáculos puestos antes y durante la Toma de Caracas. Ha podido la MUD, por ejemplo, convocar a un plantón en todo el país por más horas en rechazo a las detenciones realizadas contra dirigentes políticos días antes de la gran manifestación y exigiendo su libertad inmediata. Un plantón pacífico pero irreverente. Ha podido la MUD plantear que se hace necesario una serie de medidas de emergencia que atiendan la crisis que vive el país y exigir, por ejemplo, aumento general de sueldos y salarios, presupuesto para la salud y la educación. Un discurso que expresara que queremos el revocatorio en el 2016 para salir del Gobierno de Maduro en su totalidad y por qué no aceptaremos que se corra de fecha. Ha debido la MUD decir cómo haremos valer nuestra mayoría inocultable para salir del régimen, democrática y electoralmente, lo antes posible mediante el revocatorio en el año 2016 .
La manifestación del 1 de septiembre no solo fue una clara expresión de la voluntad mayoritaria de salir del Presidente, sino del régimen. Cuidado si este deseo, este interés de las mayorías de superar al régimen, también sobrepasa a muchos sectores dentro de la MUD. Ante ello, percibimos que esta coalición buscó ahogar ese deseo y doblegarlo, al ejercer un liderazgo directivo que colocara limites que no permitan exceder esa línea. Por ello, el horario a una de las más grandes manifestaciones populares de los últimos tiempos. Por eso, se dijo que quien osara rebelarse a esa imposición anti democrática sería catalogado de infiltrado. Eso generó mucha molestia, en especial en LA JUVENTUD, que decidió tomar la autopista del Francisco Fajardo en una clara demostración (al régimen y a las 4 siglas) que están en disposición de luchar en las calles contra este régimen oprobioso y por el cambio político. ¿Será que la población está más clara en sus objetivos que quienes pretenden dirigirla?. Expresiones como “que somos mayoría ya lo sabe el mundo, pero cómo vamos a utilizar esa mayoría es lo que debimos demostrar”, fueron una constante. La gente esperaba un Plan de Luchas y apertura a la participación de otros sectores políticos y sociales. Esperaba una línea política como el impulso de las asambleas ciudadanas (no foros donde hablan los dirigentes nacionales, sino las asambleas donde la gente de base y sus liderazgos hable y debata sobre la situación nacional y planifique acciones), por ejemplo, que canalice y organice esa aspiración de cambio. En fin un plan de acciones contundentes y sostenidas.
De allí la decepción de tanta gente y el malestar con la dirigencia de la MUD. Eso no significa su negación, pero si es un llamado a que ésta reconozca que la oposición venezolana es mucho más que ella misma y por tanto a que se abra a trabajar desde una NUEVA UNIDAD NACIONAL
¿Cuál es la agenda ahora?
Evidentemente que hay que construir YA una NUEVA UNIDAD, eso es una necesidad que quedó demostrada esta 1S. Unidad desde la base, construida participativa y democráticamente mediante Asambleas Ciudadanas por todo el país. También se evidenció la necesidad de una Dirección Política que tenga una estrategia y una táctica multipropósito, que combine la lucha social y reivindicativa con la lucha por el cambio político. Es clara también la necesidad de construir un Nuevo Poder más democrático y popular desde el mismo proceso de lucha por el cambio, que entre en contradicción con esa manera de ejercer el poder donde quienes son elect@s se toman el poder como suyo y deciden por las demás  personas de manera arbitraria, e incluso se autoeligen como representantes sin serlo.
O abrimos las compuertas para conformar una oposición amplia, diversa, basada en el debate real para la toma de decisiones, que se articula en UNIDAD para conducir al país hacia mejores derroteros o podemos explotar anárquicamente. Y esto beneficiaría a quienes están hoy en el poder y a quienes quieren conservarlo tal como está, pero en otras manos.
O demostramos la capacidad de ejercer el poder de otra manera y el compromiso con una democracia más profunda y verdadera o nadie creerá que los sectores opositores pujan por el cambio verdadero y profundo. Hay que ofrecer un Proyecto de Reconstrucción Nacional que permita y oferte cambios de profundidad en lo  económico, lo político y lo social que superen la debacle sin castigar a las mayorías, para que haya de nuevo una esperanza por la cual luchar con certeza, sin dudas y en confianza.
René Cedillo, dirigente de Bandera Roja @ReneCedilloR
Hisvet Fernández, Profesora universitaria y Psicóloga Social @HisvetF
4/09/16